miércoles, 23 de enero de 2013

El WiFi y sus efectos sobre las personas

Ni yo ni nadie sabe si las radiaciones de las redes WiFi y los móviles son malas para la salud. Existen infinidad de estudios científicos sobre los efectos de las radiaciones electromagnéticas no ionizantes en la salud, la mitad de ellos afirman que no hay evidencias que prueben que existan efectos adversos, y la otra mitad aseveran que sí las hay.

Estos estudios hay que cogerlos con pinzas debido a que la comunidad científica no ha llegado a un consenso respecto a ellos y, además, hay que tener en cuenta, que en sus resultados pueden entrar en juego los intereses económicos de los que los financien. 

En esta entrada voy a tratar de explicar algunas de las teorías que exponen como ciertas de la forma más objetiva y escéptica posible. 

Las ondas electromagnéticas de las redes WiFi operan en frecuencias cercanas a los 2.4GHz, frecuencia por debajo de la luz ultravioleta y por tanto no es ionizante y no pueden alterar nuestras células produciendo cáncer, como ya expliqué en la entrada "El mito del cactus antirradiación". 

Por otro lado, se desconoce si tiene algún efecto nocivo una exposición prolongada a una radiación no ionizante. Algunos estudios afirman contundentemente que terminará produciendo cáncer al igual que una radiación ionizante, pero no concretan si esta exposición debe de ser de dos o de dos mil años. 
También cabe la posibilidad de que las neuronas se vean afectadas por este tipo de onda electromagnética haciendo de antenas receptoras y produciendo señales eléctricas en el cerebro. En este sentido, algunos estudios afirman que las ondas electromagnéticas pueden afectar a los ritmos biológicos, impidiéndonos conciliar el sueño y produciendo otros trastornos. 

No podemos notar las ondas WiFi. Según la mayoría de médicos, incluso la gente que dice que le afecta, no es capaz de diferenciar entre una señal WiFi real del hecho de que alguien le diga que está dentro de la influencia de una, cuando no es así. 
Otros médicos atribuyen a estas personas una enfermedad llamada hipersensibilidad electromagnética y sostienen que afecta nada menos que al 3% de la población, mientras que los que están en contra de sus existencia, alegan que dada la cantidad de síntomas diferentes que produce, y puesto que éstos pueden ser causados por otras enfermedades o por sugestión del propio paciente, no la consideran una enfermedad real y así está establecido en la mayoría de países. 

La conclusión es que no hay nada demostrado. Lo sensato sería no utilizar las redes WiFi hasta que sepamos realmente si son o no perjudiciales, pero esta tecnología está demasiado implantada y hay mucha gente que prefiere usarla aunque pueda suponer un riesgo para su salud, la de sus hijos y la de sus vecinos. Así que mientras se sigue estudiando este tema, la única solución para protegernos es usar el cable de red para conectarnos, por si acaso.

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